La alta complejidad, tecnificación y burocratización de nuestro actual Sistema Sanitario implica una elevada ocupación de los profesionales de Enfermería en las tareas que ello conlleva mientras que ha disminuido la posibilidad de encuentro con la persona enferma a la que se atiende. A diario, las enfermeras trabajan con situaciones de dolor, sufrimiento, deben tratar temas de gran intimidad y acompañar o tomar decisiones que tienen un gran impacto psicoemocional. Todo ello sin apenas formación específica y con una importante presión de carga asistencial que es percibida y expresada como malestar, cansancio y/o fatiga.
La Fatiga por Compasión (FC) es un tipo de Burnout que afecta a los profesionales que continuamente trabajan con personas en situación de sufrimiento. La exposición al sufrimiento deja huella y esta puede tener mayor o menor profundidad en función de algunos factores que ayudan a agravarlo o a crecer con dicha experiencia.
El concepto de FC fue utilizado por Joinson (1992), en un estudio realizado con enfermeras de urgencias, pero fue Figley (1995) quien lo acuñó como “Compassion fatigue”, traducido como “Desgaste por empatía”. La empatía es un término íntimamente ligado a la compasión, viene del griego em-patheía, y originariamente se traducía como “pasión-dentro”, “en afección”. Actualmente, el diccionario la define como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos . La Compasión precisa de la actitud de empatía; no obstante, no se queda en la identificación emocional sino que implica una movilización de los recursos personales para aliviar a la otra persona. Esta es considerada una de las virtudes de las profesiones sanitarias .
La FC es la respuesta que se da ante el sufrimiento de un individuo más que ante la situación laboral . Su diferencia principal con el Síndrome de Burnout estriba en que mientras que este surge de la interacción del profesional con su entorno laboral, la fatiga se relaciona con el desgaste producido por la interacción con la persona enferma.